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Editado por el autor

San Martín: El autor 2012 ISBN 978-887-33-0957-4 CCD B863

domingo, 23 de diciembre de 2012





               ¡Salud!
            La vida en si misma, se justifica bien cuando continuamente se transforma y nos traspasa, pero también -es “muy importante”- si nosotros procuramos cambiarla (es una condición del hombre). En “ella”, parece que todo sucede y aún sucederá más, sin poder agotarnos de sorpresas. Está en nosotros proyectar y quizás, mirarnos a través de los hijos o de nuestros nietos. Entonces ahí, es que dicen que, “el porvenir adquiere o contiene la expectativa de ser mejor”, de predisponer la voluntad y el pensamiento con un entusiasmo inusitado.
         Algún “marco” de ciertas reflexiones viene acompañando los últimos días de cualquier año. Nos trae “algo”, de lo cual nadie que tenga tradiciones similares a las nuestras, puede sustraerse.
        “El impulso de anhelar” y “el efecto del deseo”, tal vez, conforme un volumen espiritual extraordinario del cual no queremos estar ausentes. Por eso, “el discurso”, aunque suene redundante y obvio, siempre confluye, primero en una “tregua” y luego, en que cada uno obtenga, su “mínima cuota de disfrute”.
                                  
Así también, es mi deseo para todos.
                                                                                           
                                                                                           Perezcuper



                                                                                   Sala de Poesía

No se acabó el mundo aún pero lo que si se acabó fue la sala de Poesía de Yahoo.
Y ahora ¿quién podrá defendernos?
Ahora sé lo que se siente al estar incomunicado, imposibilitado de entrar al bar de la esquina y encontrar caras (nicks en este caso) conocidas, saludar a unas y discutir con otras.
¿Podré sobrevivir sin el amable saludo de “marisa_yo”? o el infaltable saludito de ¿”rossmery”?.
No volveré a ver a “ladyhalcón” con su letra ¿guinda?, o a consentida con sus ¿letras de comic sans?
Aún no asimilo que no habrá mas salas, espero un milagro, alguna noticia que me diga que las reabrirán próximamente.
Hubiera querido despedirme de los nicks queridos, de “daxxa”, la chica salvadoreña que tenía el arte de no pelearse con nadie. O de “y vivo_feliz” y su bonita música. Extrañaré a “live_nature” y sus múltiples nicks atacando a unos y otros con su letra negra de siempre. A “ginaperin” y su hermosa voz recitando poemas, a la inigualable voz de “la voz_dormida”.
Me pregunto si “santaelena” ¿sabrá que ya no hay sala?
¿Que hará mi amiga “sincerayleal” cuando se entere? ella que prometió retornar a la sala en unos días, que decepción se va a llevar.
“Maria_sevillana”, “elizabeth oro”, “elizabe1804”, la dama glamorosa de la sala, “heros” y su escritura infantil, “naida” la amable, “amatista” y su elegante letra, chusrmolina la de las ingeniosas respuestas, “sheres_hada” intentando hacer de la sala un lugar de poesía, “tristeza_romántica”, la guapa “carmelita_con_tacones”,  tantos nicks que ya no veré más.
Y los amigos, “perezcuper” y su selecta música, “conciertoolvido” y sus graciosas intervenciones, no había mas que entrar a la sala y sentirse entre conocidos y amigos.
Ahora ¿ que haremos los adictos a la sala?
Parece ser que “live” tuvo alguna premonición y plasmó a estos personajes dignos de la divina comedia en un blog que los conservará en el recuerdo.
“Iconoplasta”, “camila_vera”, “l_mandingo_l”, “astrorey”, “temiro” o “virtual sin rumbo”, “l_pole_l”, “ex_simiuspoeta”, “anabelle”, ¿quien los extrañará?
Claro que muchos ya habían huido de la sala, entre ellas, la mas bonita, “Vanesa”, con su voz dulce y melodiosa, “Marencalma”, la dama y señora de la poesía, los señores “nocturno” y “gaviero maqroll”, los intelectuales de la sala, la señora “solmar”, gran declamadora argentina, la Señora “poesiaenelmar” y la guapa “Anngiels”, el señor “Camerene” que pocos conocieron, “insurrecta”, grandes personajes que aportaron mucho a la sala de poesía en antiguos  y mejores tiempos.
Pero los que quedamos, con peleas e insultos, aún así, éramos felices con nuestra salita, nos sentíamos acompañados y cómodos entre viejos amigos, tertuliando noche tras noche y recibiendo de vez en cuando a algún viejo conocido que venía a visitarnos.
“Mr. Wonderful”, al que yo creía un jovenzuelo y resultó ser un señor con aspecto de gerente, “la magia sos vos” y su fuerza, “peter pan”, “Alberto”, avioncito, “mas_que_tu_angel”, “el demonio de tazmanía”, nicks que a algunos nos pasaron inadvertidos y para otros nos resultaron atractivos, y hasta fascinantes, como me pasaba con “a_paso_lento”.
Se cerró una gran etapa de varios años en nuestras vidas, todos nos sentimos desconcertados, reímos y hacemos bromas para no reconocer la frustración. Algunos tratamos inútilmente de reunirnos en conferencias u otros chats como el Paltalk. Nada igualará a Yahoo y sus excelentes caritas que nos ayudaban a expresar sentimientos. Nuestros familiares y amigos ríen de nuestro desconcierto, no nos entienden, se alegran porque nos tendrán más tiempo para ellos. 
Y me siguen viniendo mas nicks a la mente, “churrosconchocolateycrema”, “carlos fotografo”, “konstanza”, “huella en el aire”, “sintiempo”, “nefriaco”, “mixtecal”, “flor de pantano”, “marisabelalfa”, no terminaría nunca de enumerarlos, fueron tantos y tantos, y muchos de esos tantos tenían varios perfiles, como yo, que de “jorgeluis70”, terminé como “vientoo”, pasando por muchos y muchos.
En la sala encontré muchas amistades que conservo hasta el día de hoy, aprendí bastante de literatura y sobre todo, aprendí a conocer las debilidades humanas, propias y ajenas.
 Sala de poesía, cuanto tiempo invertimos en ti, para bien o para mal, fue tiempo invertido, y como decía “El principito”; “uno ama a la persona por el tiempo que invirtió en ella”, en este caso ella fue la Sala de Poesía de Yahoo.

Yoda

Agradecemos la colaboración De buena fibra por el aporte de este texto leído y musicalizado,  dicho enunciado es de su autoría.




Alma del bosque
                     
Caminando, en un camino de tierra, sin sentido ni rumbo fijo, sin tiempo, sin saber si era real o imaginario, zigzagueando por un bosque oscuro. Grandes árboles alrededor, la luz apenas podía traspasar sus copas y se metía con sacrificio entre las hojas.
Era difícil poder orientarse en el lugar, simplemente quedaba seguir el camino marcado y andar.
El aire se sentía pesado, olor a tristeza y humedad, las hojas y ramas crujían con los pasos y junto al sonido del viento en las copas eran los únicos que se podían escuchar.
Sombras negras en un paisaje negro, no se podía encontrar allí una salida, todo era bosque y al caminar hacia su corazón todo se volvía mas lúgubre, el aire era irrespirable, en su mismo centro.
Sentada en ese suelo húmedo,  alfombrado de hojas y musgos, apoyada en un tronco áspero que se hacía sentir en  la espalda, una figura allí estaba, los ojos cerrados, no se sabía si durmiendo o pensando. Una figura negra que se confundía con las sombras del bosque.
A lo lejos, una pequeña luz, muy despacio se acercaba, una luz blanca y brillante y a su paso el paisaje cambiaba.
Poco a poco, y a medida que avanzaba,  la luz tomaba forma humana.
Una figura blanca a la figura negra lentamente se acerca. Extiende su mano y acaricia apenas rozando su cabeza.
La figura negra, ahora despierta,  se incorpora y ambos se funden en un abrazo que a todo el bosque transforma, la luz ahora es plena, se siente como si arriba se hubiese disipado una gran tormenta.
El bosque escuro cambia totalmente, el aire ahora es puro, los rayos de sol pasan libres entre  las copas y con las hojas juegan, el suelo se transforma en una verde alfombra y los pájaros tranquilos vuelven a los nidos.
La paz, la calma, el color y todo lo bello a ese oscuro bosque regresan de la mano de una caricia que simplemente rozó una cabeza,  como un pequeño toque al alma de ese bosque tan negro. 

De buena fibra





                                                                                   Mi Abuelo José

El viaje a través del tiempo y del recuerdo me lleva hasta mi abuelo materno, nacido en Vigo, España.
A los 20 años se casa y se embarca con su esposa rumbo a América, escapando -como tantos otros- de la guerra de 1914, llegando a Buenos s Aires, Argentina.
Como tantos inmigrantes, no sabía leer ni escribir pero era una luz para sacar las cuentas en la mente, conocía los números y sabía más de política que un erudito.
Su esposa le leía los diarios todos los días y el vivía informado de todo.
Recuerdo que a mis ocho años, mi papá me había hecho una hermosa pizarra con patas, a pedido mío. Me había comprado una caja de tizas blancas y otras con tizas de colores y yo todos los días le enseñaba las letras, su nombre y como unir palabras. Mi abuelo con su Santa Paciencia escuchaba.
Había quedado viudo joven aun y nunca mas formó pareja con nadie, ni siquiera traicionaba el recuerdo de Sofía mirando a otra mujer. El vivía para su recuerdo.
Me contaba tantas historias de cuando era niño. Me hablaba de Vigo, de las viñas, los olivares, las vacas en los pesebres debajo de las casas.
Me aconsejaba que estudiara, que no hiciera como él, que por hacerse “la rata” había quedado analfabeto .
Me hablaba de su hermano que, había estudiado y se había  ido a vivir a Cuba.
A través de sus relatos yo veía los paisajes de España, sus montañas, el puerto de pescadores.  De allí la costumbre, cada  Semana Santa el compraba su bacalao de Noruega todos los años.
Para criar a sus 3 hijos, trabajó de quintero, sembrando papas y batatas, juntador de maíz a mano con maleta, gallinero. Con su jardinera tirada por un caballo, recorría las chacras comprando gallinas, pollos, huevos, que luego vendía a un amigo mayorista.
De su España se vino a un pueblito de la provincia de Buenos Aires, Argentina,  a luchar la vida junto a su esposa y criar a sus hijos. Pero siempre con honestidad y no faltando nunca a su palabra empeñada.
Mientras yo fui chica vivía con nosotros en la chacra, hasta que por su salud que comenzó a flaquear, tuvo que ir a vivir al pueblo con mi tía. También, sabía ir a la casa de su hijo en Buenos aires. Y disfrutaba de su otro nieto, único varón  al que le llamaba Oscarcito. Aprendí mucho de mi abuelo en especial a hacer quinta, podar, injertar frutales o rosales.
De contextura alta, delgada, muy conversador, alegre, me parece escuchar sus carcajadas  y más cuando se burlaba de mi o de algún amigo mío.
Tenía una filosofía de vida muy especial. Cuando venían visitas y mi mamá demasiado generosa comenzaba a cortar verduras o a sacar frutas para darles,  él le decía: “esta bueno, esta bueno”. Tenía claro que, a las personas no se les debe dar más de lo necesario.
Su único hijo varón cumplía años el 25 de diciembre, mi papá, el 31  y mi abuelo el 1 de enero. Por lo cual nos reuníamos para fin de año y se festejaban los 3 cumpleaños.
 Su manera de brindar era muy particular, nunca mas se la escuche a nadie. Decía: “Para que el año que viene estemos todos juntos otra vez”.
Disfrute poco de sus últimos 3 años de vida, ya que me había casado y lo veía poco.
En un ultimo intento  “inútil” por salvar nuestro matrimonio nos habíamos ido 8 días de vacaciones.
Mi abuelo ya estaba enfermo y una noche sueño su velatorio, me desperté llorando y supuse que había empeorado.
Al regreso del viaje nos divorciamos. Y pude disfrutar del último mes de mi abuelo, vivíamos  con mi mamá en la casa de mi tía para cuidarlo entre las  tres. Mi papá iba y venia de la chacra al pueblo.
Yo tenía 22 años y creo que él ya había cumplido los 84 años, cuando partió un domingo de Pascuas de Resurrección.
El día anterior había estado el sacerdote dándole los sacramentos y rezando con él, pues hasta su último momento conservo su lucidez.
Se asombró mucho el cura, de conocer a alguien que sabia rezar mejor que El mismo. Cada noche de su vida pedía por todos sus seres queridos, los enfermos, la humanidad toda y tenia oraciones no conocidas, que solo el cura sabía. Eran rezos que traía de su España.
Pasaron 41 años de esto. Ya no existen ni mis padres, ni mis tíos.
Todos los 31 de diciembre, nos  reunimos en mi casa con mi primo y su esposa y mi hijo y su familia.
En mi ánimo hay un poco de melancolía, por los que ya no están en la mesa. Todos brindamos a nuestra modalidad pero falta el Brindis Especial de mi Abuelo:
“Para que el año que viene estemos todos juntos otra vez”.

Brisa de un pétalo



                           “La vida es un privilegio” (“Viaje al recurso de un mínimo flash”)

Subió la escalera iluminada para encontrarse con el gentío en plena efervescencia, festejando su aniversario. Sintió los aplausos en general. Allí estaban los amigos de toda la vida y los hombres de negocios que hacían de socios, o aquellos que tenían algo en común con ese hombre millonario, rodeado de mujeres muy elegantes y una fiesta tan ostentosa, que más de uno, aseguraba que sería inolvidable. También,  estaba ¡tan cerca! la muerte.


-¡Que me corto las venas con una galletita! –vociferó uno de los conductores de  camionetas, al ver tanta voluptuosidad en aquella señorita que deambulaba por la vereda de esa calle casi desierta. Ella tan liberada de ropa y sin ningún pudor. Claro que, el comentario era válido en aquellos tiempos en que estas cosas no eran tan censurables. Hoy, depende de donde sea, apenas mirar el perfil de una mujer puede traer aparejada una denuncia por acoso sexual.
Luego, la dama en cuestión no se desdijo de lo que quería causar en cada hombre que recorra esta parte del planeta.
A veces, no hace falta tanto discurso para darse cuenta como se movilizan las hormonas.

Allí está la vida en movimiento dejando su impronta. Viaja en cada ínfimo bicho que “reclama su parte”.
Ahí, un insecto puede causar esa impresión:
“Ni siquiera el mecanismo más sofisticado que crea el hombre puede asombrar e igualarse a la perfección del vuelo de una mosca”.
O tal vez, la abuela que sale de la iglesia, que acaba de rezarle a una estatua de yeso o “al hijo de Dios crucificado”. Abuela que puede acumular tanta sabiduría como aquel cientista que investiga y lleva hasta lo más profundo, el conocimiento de lo que a la vez, no es evidente.
La plaza que deja un color violeta en el recuerdo.
La lluvia que lava un frente edilicio.
La última pincelada que indica el fin de la obra de un artista.
La cara del niño que está pidiendo su almuerzo.
Brisa del río o del mar que abraza los arbustos de aquellos médanos.
El camalote que se despega de la orilla.
La rata que se lleva un premio inesperado.
El turbo del aire acondicionado encendido desde hace horas.
La araña teje su paciencia.
Y otra vez… la lluvia que golpea para recordarte.

Octaedro



                                                           Niña

Traduzco lo que se me viene encimando con desorden y alevosía, sacando de mí, ese descontrol emotivo. Aprieto las mandíbulas y con la mordida rumiante llena de amargura -la de quien mastica su propia bronca- siento, ahora sí, que se va anudando el tiempo en conjunción con los hechos, solo para desarmar “la lealtad”.
Voy pergeñando algún pensamiento como para corromper esta ultima virtud.   Desde la terraza donde sopla el viento que trae la oscuridad, veo como queda malherida “la inocencia”. Así, mi postura se corrige y una luz deja en la lágrima que corre, esa “estela” difícil de olvidar.
Te veo niña, te sostengo, y no puedo decir mucho de mi indignidad. La “muestra de perversión”, la que “el energúmeno” provoca para manchar tu tela purísima, dejó en ti, algo que parece, no se puede limpiar. Entonces, “quiere” la caprichosa vida, “fecundarte” para que te conviertas en niña-madre, y sobre “eso”, la voz del vecindario cómplice, te nombra “ramera” para colgarte una ofensa, lastimarte justo en donde más duele.
Sin embargo, fue indiferente para ti el dolor que provoca “el estigma”. La aceptación de esa “luz” que acuna tus brazos, es la que nos salva a todos con tu ternura.
Trece años tienes, más un hijo y “el estigma”.
Desde cualquier jardín, el aroma a pasto -alfombra de gramillón- festeja cada una de tus volteretas de juego y la conversación de miradas que mantienes en secreto con tu prole. Él, en lo alto de tus brazos, creo que ya sabe o sospecha, como hacer brillar una sonrisa.

 De todos los fuegos