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Editado por el autor

San Martín: El autor 2012 ISBN 978-887-33-0957-4 CCD B863

domingo, 29 de abril de 2012


       “El tableteo” constante y obsesivo de infinitos “tipos” que dibuja sobre “el plano vertical iluminado”, es decir: sobre -nuestra insuperable protagonista de los tiempos posmodernos- la pantalla, deja una variada cantidad de pulsaciones que remite a “corazones delatores”. A vibraciones extrañas que pretenden llevar música en las palabras. A eso, de intentar traducir los encontrados sentimientos en algunos signos. A eso, de viajar al límite exacto en el que empieza su vuelo “la imagineria”, siempre,  acompañado de lo emotivo para impregnar en cada uno de nosotros, el significado de  ordenados caracteres.
       “El tableteo”que, ahí va, subtitulando en su precaria, en su limitada forma, la inventiva de algunas “criaturas” que establecen su comunión más intima entre pensamientos. Ahí va, con el teclado esparciendo su mundo de figuras o señales, que marcan un indicio primario en la gráfica de nuestra “pizarra”. Entonces, lo virtual se acomoda para desvirtuarnos.
       Sí, aquí estamos, despojando de prejuicios a los enunciados, únicamente, por querer acercarnos. Ejercitándonos en el diálogo. Tratando de poblarnos de sensaciones que transmite “nuestro interlocutor”. Cultivándonos de algo.
         Los dedos inquietos, la palabra precisa que se escurre, una metáfora insoluble y nuevamente, la pantalla que “nos mira”. Viaja lo emotivo con la eficacia de trasladarse por las fibras ópticas, la banda ancha que reclama su potencia y su alta fidelidad.  Entonces, una sonrisa que sale disparada y tiene un destinatario. Entonces, allí, se siente una mínima brisa, justo, detrás de la oreja.



                                             LA MAGIA DEL CHAT…

                                           Hace poco leí que, “el espacio virtual es parte esencial de ese gran edificio que llamamos soledad”.
        Estas palabras describen bastante bien a la virtualidad,  que es “nuestro espacio privado”, propio, donde podemos ser todo lo bueno o malo que queramos protegidos por  el anonimato.
        Algo muy común en “los adictos al chat” es acusarse mutuamente de serlo. Parece ser una forma de proyectarse en los demás. El insulto más común en una sala de chat es decir: “eres un chatero, no tienes vida propia”.
        Todos tenemos vida propia, nos guste esta o no, la tenemos. Pero… ¿por que preferimos pasar horas en un chat?
        ¿Tal vez, por que en la vida real somos inseguros y nos cuesta sociabilizar? o ¿por que nos gusta el deporte de aventura?
          En el chat, parecería, que las emociones son mas intensas, el odio llega a límites que no llegaría en la vida real. El amor es más profundo y decimos palabras que, tal vez, no pronunciaríamos frente a frente. Y ni que decir, de la tristeza...el dolor que produce una decepción amorosa de chat, no tiene nada de virtual, es bien, pero bien real.
         Acá buscamos compensaciones a nuestras carencias. Podemos presumir de ser empresarios o exitosos  profesionales, apuestos galanes (con foto  incluida) o bellas damiselas hastiadas del asedio amoroso de la vida real, que vienen a buscar paz y tranquilidad en el espacio virtual,  
        Sí somos gordos, el “foto shop” nos devuelve la silueta soñada, o conseguimos la altura deseada. Sí somos exitosos económicamente, tenemos brillantes empleos que, si bien, nos permitirían hacer viajes a lugares paradisíacos, preferimos conectarnos y entrar en una sala de chat a pasar seis u ocho horas conectados, conversando, peleando o ligando. 
        Las mujeres ni que decir,  son ejecutivas,  profesionales o empresarias, y excelentes madres y amas de casa,  Se dan tiempo para escribir hermosos blogs y poemas y poder pasar varias horas en una sala de chat, y por supuesto dormir sus ocho horas para mantener un rostro hermoso que nunca muestran, por que para darse a conocer tienen fotos de tiempos mejores.
         También, “están” los poco originales, que se muestran tal como son y no son dueños de ninguna empresa y se pasan el día trabajando como esclavos para cubrir los gastos de fin de mes, o  los que no trabajan, por que no les da la gana y ni siquiera se dan el trabajo de inventarse una ocupación, y para colmo de la poca iniciativa, ponen en su ventana su propia foto.
         Y por último, están  los sinceros, que vienen con la mejor intención del mundo a pasar un rato agradable y aportar algo que, generalmente, no pueden hacerlo por que los más diestros se apoderan del “mic”.                                                               


                                                                                              Yoda




 



         Sabíamos  de nuestro  andar. Tatuadas en la piel,  las espinas del camino hicieron estragos. Los ojos cansados rogaban por la calma del llanto. La sonrisa  pedía surgir a gritos,  y el temblequeo de las manos, necesitaban de ese  elixir... para ser bálsamo.
        Como enredaderas nos  envolvimos  en  palabras, las hicimos nuestras.  Las repetíamos  ¡tantas veces! auto-convenciéndonos  de lo irreal, de lo no palpable. Necesitábamos  soñar, creer, confundir lo real e irreal justo en ese punto casi invisible en  que se hace brumoso.
      Supimos  tejer la red y nos volvimos moscas. El razonamiento no fue opción, los instintos y la necesidad de amor sucumbieron y cedimos sin imaginar jamás lo que nos deparaba el destino.
         Día a día, fuimos pintando colores nuevos al arco iris. Nos sorprendíamos de coincidencias en los pensamientos, compartíamos inquietudes, nos llenamos de proyectos. Castillos en el cielo construimos, creyéndonos inmortales, intocables, únicos. Resurgíamos de nuestros fracasos llenándonos  de esperanza, arquitectos al fin, de un mundo propio y perfecto.
         Fuimos niños que chapotean en el charco, fuimos aves que surcan el cielo ¡SOÑAMOS!
      Pasaron dos primaveras, nos vestimos de peces y recorrimos los mares, peleamos contra torbellinos de vientos, las mareas se hicieron gigantes y aun así, no pudieron derrotarnos.
      Todo era tan perfecto pero no  contamos con el TIEMPO, cruel caballero que reafirma o destruye.  Llegaron con las preguntas e inquietudes, la necesidad, al fin, del encuentro. La maldita manía de la piel, el requisito sobre-poderoso de lo real. VERSE...
      “Chatear” ya no era suficiente. Las llamadas telefónicas se volvieron frustrantes. El ser reclamaba la esencia, el ESTAR.  La magia que nos unió se volvía en nuestra contra. Hicimos planes que luego sucumbieron ante excusas. Nos comíamos el mundo y de repente, él, cayó como avalancha sobre nuestras vidas. Las discrepancias,  discusiones,  malentendidos, comenzaron a brotar, no era más que bronca y frustración de “no poder,  aún queriendo poder”.
     Quisimos vivir aislados de la realidad…y la realidad nos abofeteaba el rostro como a dos crios. Surgió el llanto, la tristeza, un ir y venir de palabras, de disculpas, que solo entorpecieron aún más el bendito y esperado ENCUENTRO.
       Los dichos y desdichos fueron transformando las ganas de estar, en mínimos momentos de charla.     El teléfono fue enmudeciéndose de a poco. Llegaba con esto último,  el titubeo,  la duda, el RAZONAMIENTO. Las olas se volvieron inmensas, no pudimos nadar contra ellas, los torbellinos de vientos nos descascararon el alma, nos soltamos las manos, nos disfrazamos con corazas de terquedad. Donde antes hubo ilusiones, ahora persistía la CULPA...
      Lo que nos unía...se convirtió de a poco en el DISTANCIAMIENTO. Los sentires se encajonaron volviéndose mezcla de soledad e impotencia, poemas inconclusos entre el DESPERTAR y el CAMINAR  en esta dura existencia entre lo real y lo deseado.
     Nos quedamos desnudos, con la conciencia a pleno de no poder ser, simplemente nos convertimos en seres humanos, rogando al fin en lastimeras plegarias... el OLVIDO.
    A veces acudo a los recuerdos, en un abrazo entre el tiempo y el pensamiento, suspiro aquellos sueños, añorando lo nunca tenido, implorando al destino, en algún lugar del mundo, te sonrías al recordar mi nombre.
     Escribimos un capítulo en estas historias de la vida con la mayor pureza imaginada, AMAMOS, con ese AMOR  que nos sale de las entrañas y nos convierte en seres sensibles y verdaderos, poseedores de esa extraña conexión entre energía y espíritu, traspasando la pantalla de un ordenador, encontrando sin buscar... un sentido a nuestra existencia, un consuelo a nuestra soledad, una unión fraterna que nos impulse a seguir, en este arduo camino que nos propone la vida.
INTENTAR... CREER... SOÑAR... ILUSIONARNOS... AMAR... sea del modo que sea... de la manera que se nos presente... siempre será... ¡VIVIR!


                                                                                                                                                                                YVONNE.


Agradecemos la gentileza de una asidua concurrente a la sala de poesía 1, dentro de esta presentación está su último nick que la identifica 

                    

martes, 24 de abril de 2012

Crónica de una “pantalla viva” - Poesía: 1
                                                          Apenas “entro”, “el audio” trae una melodía que invita. Sin necesidad de remarcar el maltrato que sufre el lenguaje (jajaja) -obvio, que me incluyo en esos horrores- me imagino el ritmo de “teclados frenéticos” por como se van consumando las frases, o monosílabos que alimentan “la sopa de letras”.
      ¿Suben o bajan los distintos caracteres?
      Se remarcan “las entradas y salidas”. Los “visitantes” anteponen sus disposiciones. Algunos exagerados en el tamaño de la letra, u otros, tímidos, se acomodan en el listado “sin siquiera darse a conocer”. Se multiplican variadas determinaciones. Por instantes, predominan los saludos cordiales. Tantos, que llenan algunas “páginas”, que solo se interrumpen con algo que trae el participante más inquieto o aquel transgresor, que propone una forma distinta, un enunciado que siempre, queda incompleto.
      Se forma un largo “autobús” lleno de “personajes”, en el que se acumula lo de la superficie, lo que no llama la atención, o de repente, lo que puede traer sorpresa por como se suceden argumentos, textos escritos o declamaciones, peleas varias, o tan solo música para compartir. Momentos de vertiginoso deletreo en el recorrido en la pantalla o con el mic en disputa, que “sufre de tironeos y cachetazos”. De reclamos apasionados, de efervescencia en las peleas que incluyen sus pequeñas mezquindades, las ironías  e insultos hirientes.
      Nadie quiere ser tan indiferente a lo que sucede allí.  Se va conformando “un juego” solo imaginado por algunos “participes ocurrentes”. Se va pergeñando el diálogo intimista sobre esa “pizarra iluminada” o tal vez, con mucha más ebullición, en la ventana de “los privados”.
      La poesía aun no brilla, se puede sentir apenas algún suspiro.
      De lo que se ve, se va pergeñando “la pantalla viva”.


Nada se despega de nosotros, de cada uno que edifica su propia soledad.

*“Cuando la soledad se hace carne con nosotros... se hace parte de nuestros huesos...parte de nuestra alma, ya no estamos solos...así vamos construyendo y edificándola... hasta convertirla en una esfinge a la cual idolatramos, dificultándonos comulgar con el otro”.
(*Extraído de una conversación).

     Parece que hay un desfile de ínfimas vanidades que forman la lista de nombres o nicks, que despertarán curiosidad a la hora de frecuentar la sala de chat. La de Poesía, tiene sus propias características. Desde un resumen pequeño y certero del pensamiento del que se hace dueño de un apodo, desde las mezquindades más baratas, o los divagues de unas cuantas psiquis quebrantadas, o los tejidos de metáforas cursis o de “ventanas” que alimentan la búsqueda constante de lo bello y llegan hasta la inspiración más profunda.
     De todo como en la feria. Historias pequeñas, algunas de grandes suspiros. Otras que se visten de fantasmas o se transparentan para pasar inadvertidas. La mayoría  de esas historias con un tráfico de trastos mínimos, de “baratijas”, sobre comentarios y chismes. Ahí está, algún condimento principal de la convivencia.
      Se entrelazan amistades fuertes y suponer alguna historia de amor, nunca es descabellada, aunque la mayoría, solo se concreten en las palabras. Aunque existan las excepciones que confirman alguna regla. Y seguro, que los supuestos traerán la cadena de confusiones. Los desamores se notan más.
      La cordialidad se interrumpe con una mínima acentuación en alguna frase y es algo muy sensible, que se muda de una sonrisa a una agresión, sin paracaídas que amortigüe.
     Posiblemente, en una noche de desvelo aparecerá con su impronta, algún pensador “revolucionario” y también, aquél al cual se le esfumaron las ideas. Esto último es demasiado común.
     Desde siempre, “la poesía” no tiene el mejor papel  protagónico. Sin embargo, como en todo lugar virtual que se puede exponer, están los poetas heroicos y los que perderán sin remedio. Solo habrá que armarse de paciencia.
     “Una nube de mamertos” se acerca, cada tanto, para interrumpir con cierta crueldad cualquier forma de expresión. Creando un caos que choca.
      Entonces, alguna especie de tragedia en forma de letras tiene el privilegio de adueñarse de un espacio importante en la pantalla, pues las palabras, siempre cargan con su cuota emotiva.
     Los emoticones ya son del lenguaje cotidiano y de recurso envidiable, pero nunca serán mejor que las palabras escritas.
     Tal vez, hacer una crónica de lo que se lee en la sala y sus protagonistas, de lo que queda impreso en la pantalla, no tenga la fluidez de un texto lineal y ni siquiera forme, aunque sea, un discurso dadaísta, o algún “cadáver exquisito”, pero cayendo en una frase hecha, se podría decir: “sospecho que en algún momento se irá conformando un hecho artístico”. Están las obras, algunas inconclusas y sus autores. A la vez, los mismos participantes son los espectadores. Todos los “sabores” que requiere “el hecho”.
     Por ultimo, está latente “la poesía”. Eso, revitaliza. Desde alguna esquina de cada uno de nosotros, puede que se esconda la convicción de que “el poema” traiga algo “que nos cambie por dentro”. Y sí eso se ejercita, “puede cambiar el mundo”. Es el verdadero anhelo de aquellos que  vuelcan su energía, en que mas allá de quien sea su autor, “la poesía” perdure.
     Con una frase de Borges finalizo: “El hecho estético, tal vez, sea la inminencia de una revelación que no se produce”.





        La tarde se puso aburrida y reparé en que Luis, chateaba, entusiasmadamente. “Entra” me dijo. “Te haces un nick gracioso y te diviertes”. Y entré. ¡Que cantidad de nicks que había! Yo era “Rocky” (jajaja). Muchos y muchas me saludaron y me gustó la letra rosa casi fucsia de cierto nick : “crazy for you” (jajaja). “Que nick más ridículo”, pensé.
        Al poco rato comenzaron las bromas. Doña “crazy…” se fijó en mi y me hablaba, yo seguía el juego y le dije “que la iba a secuestrar y traerla a Lima”. “Soy de Lima”, me dijo, “de San Juan de Lurigancho”… ¿que? ¿Con que se come eso? ¿Donde diablos queda ese lugar? jajajaja.
         El juego seguía y nos despedimos. “Mañana sí, te secuestro”, le dije a la niña y me fui. No debí haber vuelto más, pero para necio, llamen al suscribe. Entré y ahí estaba, “crazy for you” y veinte nikcs más.
-¿Trajiste la escalera? dijo ella.
        Le dije:
- Sí, sí. Nos escaparemos en moto. Jajaja.
       Y me mandó el primer privado. Esos privados que detesto.
-¿Cuanto mides? ¿Tienes foto? ¿Eres blanco? ¿Negro? ¿Cholo?...
         Le dije:
-¿Por que tanta pregunta? ¿Te vas a casar conmigo? (Jajajaja).
       La niña me puso cam... ¡por Dios!… ¡¡¡ que ojos!!! Hermosa como una virgen era la chiquilla, no tenía más de veinte años y era bella. ¿Que hacia una niña tan bella en San Juan de Lurigancho? Estaba tan impresionado que no reparé en la ortografía...ufff… era de esas que escriben: “¿haber?” para mirar algo. (Jajajaja). Bueno, no me iba a casar con ella ¿no? Y así se sucedieron noches. Noches de diversión que poco a poco se tornaron en noches de confidencias.
       Era casada con un cobrador de microbús... (Ahí nomás, tendría que haberme escapado). Vivía con su marido y una hijita de dos años. Tan bella como la madre. Él la maltrataba. Ella no lo amaba. Estaban juntos a raíz del embarazo inesperado de ella. Escribía desde un ciber. Era su distracción y diversión. Dejaba a la niña con su padre. No tenía madre, la chica, con razón era así. Tan descuidada e irreflexiva pero dulce y fresca a la vez. A veces me contaba de sus pleitos y problemas. A veces, la charla volaba a los terrenos de la fantasía.
    Me decía; “háblame de ti”. Yo le contaba cualquier cosa. ¿Que le iba a contar a una nena de veinte años? ¿Que tenia un amor imposible?... ¿que me conformaba con el cariño de ese amor, tal vez, correspondido  pero reprimido?
        Le hablaba de campamentos. Del amanecer en la playa (ella no conocía las playas del sur). Le contaba de lo bello que es el amanecer y contemplar el sol y la luna juntos. Juntos pero  separados.
-Yo soy la luna y tú el sol. Nunca estaremos juntos -me decía ella.
     Un buen día me mandó un power point. Ella misma lo había hecho.
Hablaba de la luna y el sol. Que se amaban pero jamás podían estar juntos. Tan solo se encontraban un momento. Me dijo: “tu eres el sol y yo soy la luna” ¿Era una declaración de amor? Lo cierto es que ya existía un compromiso, acudir a la cita con ella, diariamente. Me distraía que me cuente sus cosas. Sus costumbres. Sus festividades. Me parecía increíble que a tan sólo a una hora y media de Lima, existiera otro mundo tan distinto al mío. Seguían las bromas y los juegos. Los secuestros y las insinuaciones. Comenzaron las palabritas “de amor”. Mi cielo, corazón, cariño...los te quiero… (Nunca se pronunció un… "te amo”). Yo me preguntaba ¿Hasta cuando seguirá esto? era agradable estar con ella, una alternativa a las horas vacías saliendo del trabajo. Parecía algo inofensivo. Jamás hubo sexo o cibersexo o como diablos se llame. Jamás una falta de respeto para ella y su condición de casada. Yo solía decirle “Ojos hermosos”…por que lo eran. Que de historias me contó, creíbles todas. Que la quisieron prostituir alguna vez. Totalmente creíble. Que ganas de protegerla que sentía...pero la razón me detenía.
        Se me ocurría a veces, la loca idea de casarme con ella. Sacarla de ese submundo pero ¿y mi familia?...Seguro me internaban en el manicomio. ¿Como se las iba a presentar?..Y tampoco la amaba…apenas sentía ternura por ella.
        Yo le sugería que estudie…nada que ver. No me hacía caso. Le daba ideas para un negocio, nada...no hacia lo mínimo por salir de esa situación. Si bien no pasaba carencias económicas, vivía en un sitio feo y ordinario. Es que ¿no quería salir de ahí?

       Una mañana de mayo…primero de mayo. Día feriado. Me conecto por si estuviera, y la encuentro. (En que mala hora me conecté).
       Me dijo:
-Ayúdame. Ven a buscarme.
       El marido le había pegado. No fuerte, pero le había pegado.
-Denúncialo -le dije, pero no quería, solo necesitaba hablar. Hablar y hablar pero personalmente.
      Repitió:
-Ven a buscarme. Te necesito hoy. Quiero conocerte. Búscame y llévame a conocer el mar, quiero caminar por esa playa que me contabas. Esa playa tan grande que no alcanzas a ver el final de la orilla. Esa orilla que se pierde en la bruma. Caminemos por esa arena marrón  humedecida por el agua, dejemos nuestras huellas por unos minutos en ella. Ven, llévame de la mano unos minutos. Quiero sentirme segura a tu lado.
       Y uno cede a la tentación.
-No conozco por donde vives Erica. Jamás crucé Acho. Yo voy a darte el encuentro. Ve al centro de Lima.
-Donde -dijo ella.
-La alameda Chabuca. ¿Conoces? Estaciono en el correo central. En la puerta que da al  palacio de gobierno.
-No no. No conozco eso –Respondió.
- Entonces frente a la sombrerería (que ya no existe hoy)
-No conozco la sombrerería
-Ok ¿El café Haití?
-¿Donde queda?
-Niña ¿Que es lo que conoces tú de Lima? Mira, el café Haití está al lado del palacio de gobierno. En una plazuela que tiene una fuente de agua.
-Ah, sí. Sí conozco eso.
-Pues ahí estaré, tomando un café
-Síii, ahíii.
-No me hagas esperar que soy ansioso.
       Y llegó la niña de los ojos hermosos. ¡Que ojos por Dios! Eran mas bellos vistos de cerca y en persona. Era bella la niña y escucharla era mejor que leerla. No hablaba con faltas ortográficas.
        Su voz era dulce y suave, sus manos blancas y pequeñas. Y la llevé al mar. Lejos. Al sur, a la playa de San Pedro y lejos de caminar de la mano romántica y melancólicamente por la orilla del mar, nos volvimos niños por un rato. Jugamos a salpicarnos agua a correr y reír, reír, reír y reír. Ella con la falda mojada, pegada a las piernas, yo con un short que tenía en la cajuela del auto para antiguas ocasiones marinas. Jugamos en la arena…nos tendimos a mirar el cielo…yo sabia que todo eso era maravilloso para ella, para mi, era una vez más en el mar…para ella tal vez, un recuerdo imborrable. Olvidé por un rato mi preocupación de ser asaltados. Comencé a interrogarla para que suelte lo guardado. Ella era presa de una relación sin amor, con dependencia, con maltrato. Era todo lo que tenía. Yo no podía ofrecerle nada. No la amaba, no podría amarla y era tan diferente… otro mundo, otra cultura, sin educación ¿que diría mi madre si la viera? Pasamos unas horas allí. No recuerdo cuantas. Permanecimos ahí, hasta que sentimos hambre. Le hablé de Lurin, los chicharrones, pues vamos, vamos a comer pan con chicharrón.
Y de vuelta a casa...¡¡ por Dios, que lugares!! ¿Eso es el Perú profundo? que va… los hay
peores. Esto era urbanizado, al menos. Pobre pero urbanizado y cuanta gente...gente por todos lados.
        Me enseñó el ciber desde donde me escribía… y la bodega de su amiga Doris, el mercado, la plazuela, el parque, el supermercado ¿que hacia yo allí? Envuelto en una aventura de Chat.
No hubo besos, ni caricias, tal vez, ella lo esperaba. No me atreví a abusar de ella. Hubiera sido abuso para ella, tal vez, fue desprecio. ¿Sabia ella de respetos y valores? Una flor silvestre y bella. Solo un beso dulce en la mejilla al despedirnos y me fui de allí, huyendo, esperando no volver a poner un pie jamás. Al día siguiente, no tuve valor para  desaparecer del chat y entré.
       Ahí estaba ella esperando, feliz. Por unos días todo siguió bien, hasta que un buen día me dijo:
-Me voy de viaje con unas amigas.
        No me gustó el asunto pero no dije nada. No se conectó unos días y me di por abandonado.
Cuando volvió de viaje ya nada fue igual. Yo, algo resentido pero aliviado, ella distante, tratando de demostrar que no se sentía obligada conmigo, algo se había roto.
         Poco a poco se fueron espaciando los encuentros hasta que me animé a no entrar más. Pero me quedó un sabor amargo, como un sentimiento de culpa, un interrogante.
        Hasta que...un  buen día, pasaba por el centro comercial y veo un grupo de chicas, de “esas de barrio  populoso”, reían y bromeaban, se dirigían a una discoteca conocida,  detestada por los vecinos de la zona. En eso, la vi. La vi entre ellas, quise desaparecer, que no me viera y no me vio. Seguía riendo como chiquilla despreocupada, como lo que tenía que ser a su edad.
        Pensé:
-¿Y el niño? ¿Con quien lo dejó? ¿Y el marido? ¿Sigue con él? A mí que me importa. Sentí un poquito de decepción pero a la vez, nuevamente, un tremendo alivio al verla alejarse. 
Recién ahí, me di cuenta que se puso fin, a esta historia triste.

Yoda.